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La escoliosis consiste en la pérdida de la alineación normal de la columna en el plano frontal, es decir, cuando miramos a una persona de frente. En ese plano la columna ha de ser prácticamente recta. Cuando se producen curvaturas de la columna en ese plano es cuando hablamos de escoliosis.
La escoliosis tiene diferentes causas. Lo más frecuente es que sea idiopática, en la cual se produce una alteración primaria de la estructura de las vértebras de la columna durante su crecimiento, de causa desconocida. Además, hay otras causas menos frecuentes en las que la alteración de la estructura de la columna se produce de manera secundaria a otra enfermedad. La alteración de la forma de las vértebras hace que estas roten. Y la rotación de las vértebras es lo que produce la curvatura de la columna.
La escoliosis idiopática, que es la más frecuente, se divide en subgrupos, en función de la edad a la que aparece, pero lo más frecuente es que afecte a adolescentes. Puede ser infantil, juvenil, adolescente o del adulto, pero la de adultos suele ser una escoliosis de adolescente que ha pasado desapercibida.
Por lo tanto el colectivo más propenso a sufrir escoliosis son los adolescentes, siendo la escoliosis idiopática la más común. Son pacientes por el resto sanos, pero tienen esta escoliosis idiopática de causa desconocida, aunque que se ha visto que tiene una predisposición genética.
Dentro de las escoliosis secundarias a otras enfermedades el colectivo más afectado serían los adultos de edad avanzada, que pueden sufrir escoliosis degenerativa, secundaria a los cambios por el desgaste que produce la artrosis en las articulaciones de la columna. Otros colectivos propensos a sufrir escoliosis son los que sufren una enfermedad que produce una escoliosis secundaria. Serían pacientes con enfermedades neuromusculares, con neurofibromatosis, con trastornos metabólicos o con malformaciones de nacimiento de la columna.
En estos grupos de pacientes sí que estaría indicada la técnica clásica de fusión con prótesis y barras para fijar las vértebras. Estos pacientes no serían tributarios a la cirugía sin fusión, ya que lo que se busca es eliminar el movimiento porque la artrosis produce un desequilibrio importante. Las articulaciones están ya desgastadas y no dan soporte a la columna, por lo que se producen las curvaturas.
Para diagnosticar la escoliosis se ha de hacer una radiografía de la columna vertebral completa: de frente y de perfil. En la radiografía de frente de la columna es donde se verá si existe esta curvatura en la columna lo suficientemente importante como para considerarla una escoliosis.
Cuando existe esta escoliosis el especialista debe distinguir la escoliosis estructural o verdadera de la postural o actitud escoliótica. Esta última es una escoliosis que no es verdadera, no se produce por un problema en la estructura de las vértebras sino que se produce porque la columna adopta esa forma en un momento dado. Pero se puede reducir, es decir, se soluciona cuando cambia la postura. Un ejemplo de este tipo de actitud escoliótica sería la que se produce por el dolor o cuando existe diferencia de longitud entre las piernas. Cuando la escoliosis es estructural no se reduce, no desaparece.
Los síntomas más frecuentes que siente el paciente es dolor: lumbalgia, que es dolor en la parte lumbar de la columna, o dorsalgia, que es dolor en la zona dorsal. En algunos casos se puede producir también ciática, dolor en las estructuras nerviosas irradiado hacia las piernas, o que se produzca una hernia secundaria.
La cirugía de la escoliosis sin fusión se recomienda, sobre todo, en los pacientes con escoliosis idiopática del adolescente porque son pacientes que tienen una curvatura que, habitualmente, todavía está en crecimiento y puede progresar más.
La técnica consiste en realizar una cirugía por la parte lateral del cuerpo. Se realiza una incisión no en la espalda, como se hace en la técnica más habitual, sino en la parte lateral. A través del tórax o de la parte posterior del abdomen se llega a la columna. Mediante este procedimiento se colocan unos anclajes vértebra por vértebra, abarcando toda la curvatura de la escoliosis, y después se coloca una cuerda especial que pasa entre todos los anclajes y se tensa, de manera que corrige la curvatura.
No se la considera una cirugía mínimamente invasiva pero sí que es cierto que, al realizarla por la parte lateral del cuerpo, el abordaje se hace por planos anatómicos y, por lo tanto, no es necesario separar toda la musculatura de la espalda del hueso, como se hace cuando se opera por detrás. Pero sí que es cierto que se han de hacer incisiones un poco más grandes que en una cirugía mínimamente invasiva.
La principal ventaja de la cirugía de la escoliosis sin fusión frente a la artrodesis o cirugía con fusión de la columna, que es la técnica clásica que se utiliza en la escoliosis, es que no limita el movimiento de la columna. Al no fijar las vértebras unas a otras no elimina el movimiento entre ellas. La técnica convencional de fusión fija todas las vértebras de la curvatura para corregirla y, por lo tanto, se elimina el movimiento entre ellas.
Además, la cirugía de la fusión tiene el problema de que los discos intervertebrales superior e inferior a las vértebras que se han fijado se degeneran con el tiempo y, por lo tanto, pasados 10 o 20 años puede reaparecer el dolor y, en ocasiones, se precisa de una re-intervención para solucionar esta degeneración de los discos adyacentes. La corrección anterior de la escoliosis sin fusión es una técnica nueva pero, en principio, no ocasionará problemas en el futuro puesto que no se fijan las vértebras.
En cambio, con la técnica convencional de fusión se hace una incisión a través de la espalda y esto es otro problema, al tenerse que separar toda la musculatura. Esto hace que el postoperatorio sea más doloroso y que pueda quedar un dolor de espalda crónico. Entonces se colocan unos tornillos que van a las vértebras y una barra de metal que los fija. Cuando se anclan los tornillos a la barra se desrotan las vértebras, con lo que se corrige la curvatura pero todas las vértebras quedan fijas entre ellas (todas las que están afectadas en esa curva) y, por lo tanto, luego se pierde el movimiento que hay entre esas vértebras que se han fijado. Por eso luego se produce el desgaste de los discos de arriba y de abajo. Y, además, se pierde ese movimiento.
En el periodo posoperatorio, el paciente empieza a caminar al segundo día. Habitualmente estará ingresado en el hospital entre cinco días y una semana. A partir de las dos semanas se puede empezar la rehabilitación y, a las tres o cuatro semanas, el paciente podría empezar a hacer una vida normal.
Como en esta cirugía no se limita el movimiento, pasado este periodo posoperatorio, el paciente podrá continuar con su vida normal y realizar todo tipo de movimientos con la columna que no estarán limitados, y todo tipo de ejercicios. Esto es importante porque, como se ha mencionado anteriormente, el grupo de pacientes a quienes principalmente afecta son adolescentes, que normalmente hacen algún tipo de deporte, y esta cirugía les permitirá llevar una vida normal.
Una vez pasado el posoperatorio pueden hacer cualquier tipo de deporte y vida normal, ya que esta técnica permite que las vértebras se sigan moviendo, por lo tanto, no se inmovilizan, y no es necesario llevar corsé ni ninguna aparatología especial. Cuando se hace la otra cirugía, como lo que se está buscando es que las vértebras se fusionen, sí que se ha de llevar el corsé los primeros días.